El nuestro es un continente en el que música y cultura popular van de manos dadas. Con matrices indígenas, africanas y europeas, que se fusionaron e influenciaron de maneras diversas a lo largo de los siglos, se ha ido conformando el rico abanico musical latinoamericano. Veamos como ejemplo de su riqueza la cantidad de ritmos que podemos citar, sin esfuerzo, tomando exclusivamente América del Sur: cumbia, carnavalito, bambuco, huayno, tango, chamamé, chacarera, cuarteto, cueca, vals, candombe, murga, samba, salsa, pasillo, guabina, torbellino, y la lista sigue...Y eso sin mencionar el interesante fenómeno del rock, que siendo “importado”, en las últimas décadas se ha vuelto “criollo”, ampliando su público al fusionarse con sonidos tradicionales latinomericanos, como sucedió en Chile, con la interacción del rock y la Nueva Canción.
Ese complejo proceso de interacción musical, al que no son ajenos los medios de comunicación, está promoviendo una mayor convivencia que en épocas anteriores entre los diferentes géneros musicales, hecho que ha permitido superar, al menos en parte, la separación de gustos musicales por clases sociales o por grupos de edades.
La conquista de públicos nuevos por parte de la música popular latinoamericana ha llevado a muchos de nuestros artistas a consagrarse en otras latitudes y a uno de nuestros ritmos, la cumbia, a convertirse en el más importante género bailable de la actualidad no sólo en Colombia, su tierra natal, sino también en varios países latinoamericanos. Y en los Estados Unidos, con un empujoncito de García Márquez – acaba de conquistar el derecho a constituir una categoría musical nueva, premiada en el Grammy Latino.
Mosaico Social preparó esta semana un informe sobre este tema, que tiene el atractivo particular de ofrecer la posibilidad de escuchar todos esos ritmos (en archivos mp3) y de conocer su evolución y su historia.
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